Romper Mandatos: Viviendo Según Mi Propia Esencia

Desde pequeña, me enseñaron que había un camino “correcto” que seguir. Un camino donde la universidad era la meta, el matrimonio debía ser con un hombre, los hijos eran un paso natural, y la carrera profesional era el centro de todo.

Pero, a lo largo de mi vida, he aprendido que esos mandatos no siempre coinciden con lo que realmente soy, y he decidido caminar mi propio sendero, uno que no se ajusta a los moldes preestablecidos, pero que me permite vivir en paz conmigo misma.

La universidad y el camino no convencional
Fui a la universidad, elegí la carrera de informática, porque era lo que “debía” hacer, lo que se esperaba de mí. Sin embargo, me di cuenta de que ese no era mi camino. No me recibí. No era eso lo que mi alma anhelaba. En lugar de seguir la corriente, decidí escucharme, explorar lo que realmente me llenaba y me hacía sentir viva. Mi propósito no estaba en un título universitario, sino en acompañar a otros a descubrir su propia paz y felicidad. La universidad no fue mi destino, pero me permitió entender que seguir los mandatos no siempre lleva a la plenitud.

El matrimonio: Un amor auténtico
Me casé, pero no con un hombre, como muchos esperaban. Me casé con Daniela, mi compañera de vida, la persona con la que realmente siento una conexión profunda, más allá de cualquier expectativa social. Nuestra relación no se basa en los roles tradicionales que se nos imponen, sino en el amor genuino que compartimos. Aquí también rompí un mandato: el de casarme con un hombre, pero esa elección me permitió abrazar mi verdad y vivir en una relación basada en el respeto, la confianza y el amor incondicional. Mi amor no tiene etiquetas ni límites, y me siento orgullosa de ello. Vivir mi vida con Daniela me ha enseñado que lo importante no es el género de la persona con la que compartimos nuestro viaje, sino la calidad del vínculo que cultivamos.

Ser madre a mi manera
Nunca quise tener hijos, y esa decisión también fue incomprendida por algunos. Sin embargo, esa elección me ha llevado a un camino donde mi maternidad se expresa de una forma diferente. Mi vínculo más fuerte y especial es con nuestros dos perritos y dos gatitas. Ellos son mis hijos elegidos, aquellos con los que comparto amor incondicional, alegría y cuidados. Para mí, ser madre no se mide en términos biológicos, sino en la capacidad de entregar amor, protección y acompañamiento a quienes más lo necesitan. No todos los caminos hacia la maternidad se ven iguales, y yo elegí el que más resonaba con mi esencia.

Un alma que acompaña a otros a ser felices por sí mismos
Toda mi vida se esperó de mí que fuera una empresaria exitosa, que tuviera una carrera ascendente y un nombre en el mercado. Pero, al mirar dentro de mí, me di cuenta de que mi verdadera misión no era acumular riquezas materiales ni alcanzar el éxito convencional. Soy un alma que acompaña a otras a encontrar su propia felicidad, a sanar desde adentro, a descubrir su poder personal. El éxito no se mide por el dinero o el reconocimiento, sino por el impacto positivo que podemos generar en las vidas de quienes nos rodean.

Cuidando mi cuerpo a mi manera
Otro mandato que decidí romper fue el relacionado con la salud. A lo largo de mi vida, se me ha enseñado que la medicina convencional es la única forma de cuidar el cuerpo. Sin embargo, creo que el cuerpo dice lo que callamos, y he aprendido a escuchar las señales que me da. No soy de ir al médico con frecuencia, prefiero recurrir a lo natural, a los métodos que resuenan con mi ser, buscando respuestas dentro de mí para sanar. Eso no significa que rechace la medicina convencional, pero sí que elijo confiar en mi capacidad de autocuración y en las herramientas que la naturaleza me brinda.

Las decisiones que nos definen
A lo largo de mi vida, he tomado decisiones que no siempre fueron las que otros esperaban de mí, pero que han sido las que mi alma necesitaba. No seguir los mandatos sociales me ha permitido conectar con lo que realmente soy, con lo que mi corazón anhela. Cada elección, cada paso fuera de la norma, ha sido una afirmación de mi libertad para vivir según mis propios términos.

No vivo según lo que se espera de mí, sino según lo que mi alma me dicta. Para todas las personas que se sienten identificadas con este camino, quiero decirles que hay belleza y fuerza en ser quienes realmente somos. La autenticidad es la verdadera fuente de la felicidad, y ser fiel a uno mismo es el primer paso hacia una vida plena.

Gracias por acompañarme en este viaje de reflexión.

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