Bullying y autoestima

Convertir las heridas en fortalezas
El bullying es una experiencia que puede dejar cicatrices profundas en nuestra autoestima. Enfrentar burlas, exclusión o comentarios hirientes puede hacernos cuestionar nuestro valor, especialmente en etapas tempranas de la vida, cuando estamos formando nuestra identidad.

Crecí siendo una niña segura, a pesar de cargar con un peso emocional y físico que, en los ojos de otros, era motivo de burla. El bullying por mi obesidad no solo era un ataque a mi cuerpo, sino también a mi espíritu. Sin embargo, desde temprana edad aprendí a mirar más allá de las palabras hirientes. Aunque dolían, no las dejé definir quién era.

Enfrentar el bullying no es fácil. Duele. Nos hace sentir vulnerables y, a veces, invisibles. Pero también puede ser una oportunidad para fortalecernos. Para mí, esas experiencias fueron un campo de entrenamiento emocional. Aprendí a no buscar mi valor en la validación de otros y a enfocarme en lo que realmente importaba: quién era yo y quién quería ser.

Con el tiempo, entendí que las palabras de otros son un reflejo de sus propias luchas, no de mi valía. Y al abrazar esta idea, transformé esas heridas en una fuente de compasión, empatía y fortaleza.

Si alguna vez enfrentaste bullying, quiero que sepas esto: no define quién eres. Eres mucho más que las opiniones o juicios de otros. Cada cicatriz que llevas puede convertirse en una marca de tu fuerza, en un recordatorio de que saliste adelante, incluso cuando no era fácil.

Reflexiona:

¿Cómo han impactado las experiencias de bullying en tu percepción de ti mismo?
¿Qué pasos puedes dar hoy para fortalecer tu autoestima y sanar esas heridas?

La verdadera fortaleza radica en mirarnos con amor, incluso cuando otros no lo hicieron. Porque tú eres digno de todo el respeto, amor y admiración que el mundo tiene para ofrecer. Tu historia no es de victimización, sino de superación.

Gracias por acompañarme en este viaje de reflexión.

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