El peso saludable: Más allá de lo físico
A lo largo de mi vida, he pasado por muchas etapas en las que el peso se convirtió en una preocupación constante. Hubo momentos en los que me sentía frustrada al no poder alcanzar la cifra “ideal” o cumplir con las expectativas externas. Pero hoy, en este proceso en el que me encuentro, he aprendido algo fundamental: el peso saludable no es solo un número en la balanza, ni una meta fija, sino un viaje profundo que involucra aceptación, amor propio y sanación integral.
Hoy, no puedo decir que ya he alcanzado ese peso “ideal”. Pero lo que sí puedo compartir es que estoy caminando hacia él, paso a paso, con paciencia, compasión y, sobre todo, con un profundo respeto por mí misma. Este camino no es rápido ni sencillo, y está lleno de altibajos, pero lo vivo con la certeza de que cada paso que doy, mi cuerpo y mi alma se van sanando.
El peso emocional y la sanación interna
Hace tiempo, el peso era algo que veía únicamente como un problema físico. Pensaba que, al perder algunos kilos o alcanzar una cifra específica, podría sentirme mejor, podría sentir que finalmente encajaba en la sociedad. Pero, a medida que avanzaba en mi proceso, descubrí que el verdadero cambio no ocurre en la balanza, sino en el corazón. La relación con la comida, con el ejercicio y, sobre todo, conmigo misma, necesitaba sanar primero.
Hoy entiendo que mi peso no es solo una cuestión física, sino también emocional. Las emociones que no había procesado, las creencias limitantes que arrastraba, todas ellas influían en cómo mi cuerpo se manifestaba. No fue hasta que comencé a prestar atención a mis emociones, a hacer las paces con mi historia y a soltar lo que ya no me servía, que comencé a liberar mi cuerpo de las tensiones emocionales que lo pesaban. Este proceso no es instantáneo, pero cada vez siento más liviandad, no solo en mi cuerpo, sino en mi mente y mi alma.
Un proceso integral: cuerpo, mente y espíritu
El peso saludable, para mí, ya no se trata de un número ni de una talla. Se trata de un proceso continuo de cuidado y atención hacia mi cuerpo, mi mente y mi espíritu. En este camino, he aprendido a escucharme, a darme lo que realmente necesito y a honrar mis emociones. Y aunque aún no me siento completamente en paz con mi cuerpo, cada día que pasa me voy sintiendo un poco más cómoda con quien soy.
Este proceso está lleno de aprendizaje. Un día siento que he avanzado mucho, y al siguiente, siento que aún me queda mucho por recorrer. Pero he aprendido a ser amable conmigo misma, a no juzgarme ni castigarme por mis “deslices”, sino a verlos como parte del proceso. Y aunque mi cuerpo no siempre se ve como quiero que se vea, cada vez estoy más en paz con él, porque sé que mi valor no está en cómo me veo, sino en cómo me trato, cómo me respeto y cómo me amo.
De la lucha a la aceptación
Uno de los mayores cambios que he experimentado es dejar de luchar contra mi cuerpo. Durante mucho tiempo, pensé que debía cambiarlo, que debía corregirlo. Pero ahora, estoy aprendiendo a aceptarlo tal y como es, con sus imperfecciones y sus particularidades. Estoy aprendiendo a abrazarlo con amor y gratitud, porque me ha acompañado en todo este proceso, dándome la fuerza para seguir adelante.
Este viaje hacia un peso saludable no es una carrera ni una competencia. Es un proceso personal, único, que se construye día a día, sin presiones, sin expectativas rígidas. Estoy aprendiendo que cada paso que doy, aunque pequeño, es un avance significativo hacia una vida más plena y sana.
La verdadera transformación: bienestar emocional y espiritual
La verdadera transformación ha sido emocional y espiritual. No se trata de alcanzar un peso perfecto, sino de encontrar un equilibrio interior. Estoy aprendiendo a nutrir mi cuerpo, pero también a nutrir mi alma, a escuchar mis emociones, a cuidar mi mente. Este es un proceso constante de autodescubrimiento, de aprender a amarme sin condiciones.
Hoy, aunque aún no llego a ese “peso ideal”, he alcanzado un estado de bienestar emocional que antes no podía imaginar. He aprendido a ver mi cuerpo como un aliado, como un compañero en este viaje hacia el bienestar. Y sé que, a medida que continúe caminando en este camino de aceptación y sanación, mi cuerpo seguirá encontrando su propio equilibrio, de manera amorosa y respetuosa.
Conclusión: Un camino hacia la paz interior
El peso saludable no es una meta a la que se llega de un día para el otro. Es un camino, un proceso de sanación que implica cuerpo, mente y espíritu. Aún estoy en ese camino, dando un paso a la vez, aprendiendo a cuidarme y a aceptarme cada día un poco más. No es un viaje fácil, pero es un viaje lleno de amor, compasión y paciencia.
Al final, el peso saludable será el reflejo de mi paz interior, de mi capacidad para vivir en equilibrio y de mi disposición para cuidar de mí misma de la manera más amorosa posible.
Gracias por acompañarme en este viaje de reflexión.
Si te ha gustado lo que has leído, no dudes en dejar tu comentario. Me encantaría saber cómo te ha tocado y cómo podemos seguir creciendo juntos.
Si sientes que este espacio puede ser de ayuda para alguien más, ¡corre la voz! La conexión es lo que nos transforma.
Tu voz y tu energía son una poderosa forma de conectar con más personas que están en el mismo camino.
Gracias por ser parte de esta comunidad. Bet Bruschini