El peso de los mandatos: Liberarse para encontrar tu esencia
Desde que nacemos, estamos inmersos en un tejido de creencias, mandatos y expectativas que moldean nuestra forma de ver el mundo y de vernos a nosotros mismos. Estas creencias suelen ser transmitidas por nuestras familias, muchas veces desde el amor y el deseo de protegernos, pero también cargadas de sus propias historias de vida, temores y limitaciones.
En mi caso, crecí en un hogar con una crianza severa y llena de valores: honestidad, lealtad, generosidad y trabajo duro. Mis padres, italianos que vivieron la guerra, nos criaron a mis hermanos y a mí con una mezcla de amor y rigidez. Nos enseñaron que el esfuerzo y la independencia eran claves para la vida, pero también nos legaron una mochila de mandatos: “Debes ser perfecto”, “No puedes fallar”, “Ser profesional te asegura el éxito”.
Por muchos años, esa mochila determinó mis decisiones. Estudié, trabajé en empresas multinacionales, lideré equipos y cumplí con lo que se esperaba de mí. Sin embargo, año tras año sentía cómo me alejaba de mi esencia, de aquello que me hacía vibrar y sentir viva. ¿Cómo podía seguir cargando con todo eso sin cuestionarlo?
Las crisis llegaron para abrirme los ojos. En esos momentos de quiebre, me di cuenta de que los mandatos que había seguido al pie de la letra no eran míos. No había elegido esos caminos desde mi corazón, sino desde una lealtad inconsciente hacia mis padres, hacia lo que ellos habían proyectado para mí. Y fue entonces cuando entendí que, si quería ser libre y conectar con mi esencia, debía aprender a soltar.
Soltar no es un acto fácil ni inmediato. Implica un proceso profundo de autoconocimiento y reflexión. Implica preguntarte qué creencias te están limitando, qué parte de tu vida no está alineada con tu ser y qué pasos puedes dar para redescubrirte. En mi camino, la espiritualidad jugó un rol clave: me ayudó a recordar que ya pertenezco, que no necesito encajar en ningún molde para ser suficiente.
Hoy vivo desde mi esencia, con menos equipaje y más liviandad. Esto no significa que haya olvidado los valores que mis padres me transmitieron, sino que los he resignificado. Los tomo como herramientas, no como cadenas. La honestidad, la lealtad y la generosidad siguen siendo parte de mi vida, pero ahora las expreso desde un lugar más auténtico y libre.
Te invito a reflexionar: ¿Qué mandatos estás cargando que ya no resuenan con tu verdad? ¿Qué creencias podrías soltar para dar un paso hacia tu libertad? Liberarte de lo que no es tuyo no es un acto de rebeldía; es un acto de amor hacia ti mismo. Porque, cuando sueltas, haces espacio para redescubrirte y vivir en coherencia con quien realmente eres.
La esencia siempre estuvo dentro de ti. Solo necesitas quitar los velos para volver a verla.
Gracias por acompañarme en este viaje de reflexión.
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